Entender los
resultados de un análisis de sangre

La
interpretación de los resultados de una analítica puede dar lugar a
confusiones, ya que algunos valores de normalidad dependen de cada persona
Los análisis
de sangre forman parte de los controles médicos habituales.
En algunas
ocasiones, interpretar los resultados puede resultar un tanto confuso, debido a
términos que se desconocen y a valores de normalidad reflejados de distintas
formas.
No obstante,
lo mejor es confiar en el criterio del médico antes de alarmarse ante un
resultado que no se entiende.
Además, hay
que tener en cuenta dos aspectos: los valores de las determinaciones no siempre
se expresan en las mismas unidades y las cifras de "normalidad"
pueden tener pequeñas variaciones, ya que dependen del laboratorio que analice
la muestra. De la misma manera, se recomienda seguir unas sencillas
indicaciones antes de una analítica.
Análisis de las células de la sangre: el
hemograma
Los tres
grupos de células presentes en la sangre son: los glóbulos rojos, los glóbulos
blancos y las plaquetas. Los glóbulos rojos, también llamados hematíes o
eritrocitos, son los corpúsculos (elementos) encargados de transportar el
oxígeno desde los pulmones hasta todas las células del organismo. En su
interior se halla la hemoglobina, que lleva el oxígeno y es la responsable del
característico color rojo de la sangre.
Las
analíticas reflejan varios valores de los glóbulos rojos. En primer lugar, es
frecuente que conste el número de hematíes, expresado en millones por milímetro
cúbico, cuyos valores normales oscilan entre 4.300.000 y 5.900.000/mL.
En el
hemograma también se cuantifica la hemoglobina (entre 12,5 y 17gr/L), que a
menudo es proporcional a los hematíes; es decir, cuando hay anemia, tanto el
número de hematíes como la cifra de hemoglobina son bajos. El hematocrito es el
tanto por ciento de hematíes en el volumen total de la sangre y también es un
buen indicador para las anemias. Los resultados aceptables son distintos en
hombres, de un 40,7% a un 50,3 %, que en mujeres, del 36,1% al 44,3%.
En el hemograma
constan otros datos que resultan útiles: VCM (Volumen Corpuscular Medio, con
valores entre 78 y 100 femtolitro, fL), que refleja el tamaño de los hematíes;
HCM (Hemoglobina Corpuscular Media, que oscila entre 27 y 32 picogramos por
célula, pg/cél), referido a la cantidad de hemoglobina de cada hematíe; y CHCM
(Concentración de Hemoglobina Corpuscular Media, de 32 a 36 gm/dL), que
relaciona la cantidad de hemoglobina que lleva el hematíe con su volumen.
Respecto a
los glóbulos blancos o leucocitos, el hemograma refleja su cifra total (consta
con la palabra "recuento", con valores normales entre 3.500 y
11.000/mL) y las diferentes clases de leucocitos (se recoge como "fórmula
leucocitaria"). Los leucocitos son el pilar básico de defensa frente a los
microorganismos. Hay varios tipos y cada uno de ellos se encarga de una función
específica: neutrófilos, linfocitos, monocitos y eosinófilos.
El número de
leucocitos aumenta en las infecciones y predomina un tipo u otro, según el tipo
de microorganismos (en las infecciones bacterianas aumentan los neutrófilos y
en las provocadas por virus, los linfocitos y los monocitos). Pueden disminuir
en infecciones muy graves, ante enfermedades de la médula ósea o como efecto
secundario de algún fármaco.
Por último,
el hemograma estudia las plaquetas (130.000 y 450.000/mL), que intervienen en
la formación de coágulos sanguíneos. Las enfermedades hematológicas y los
trastornos hepáticos son las causas más frecuentes que alteran su número.
Estudio de la función del hígado y del
riñón: bioquímica
Las
determinaciones relacionadas con el riñón son la urea (valor normal: 10 y 40
mg/dl), la creatinina (entre 0.6 y 1.2 mg/dl) y el ionograma. La creatinina es
una proteína muscular que circula por la sangre y que se elimina a través de la
orina. Sus niveles son uno de los indicadores más precisos del funcionamiento
del riñón. La urea mide también la función renal y el grado de hidratación.
Aumenta en la insuficiencia renal, en estados de deshidratación y en individuos
con mucha masa muscular.
Dado que una
de las funciones primordiales del riñón es la eliminación de agua y de
electrolitos, el estudio de la función renal se complementa con el ionograma,
que determina los niveles de sodio, potasio y cloro. Estos últimos, en
ocasiones, se identifican con las siglas de la tabla periódica de elementos: Na
(135-146 mEq/l), K (3,5-5,0 mEq/l)y Cl (98-106 mEq/l), respectivamente.
En el
apartado de la bioquímica también se estudia la función del hígado. Los valores
que se muestran como GOT/ALT (valor normal entre 0 y 37 U/L ), GPT/AST (entre 0
y 41 U/L) y GGT (entre 11 y 50 U/L) corresponden a lo que de forma genérica se
conoce como transaminasas. Son enzimas que se hallan en el interior de las
células hepáticas. Valores por encima de los normales denotan que hay un
proceso que provoca una inflamación. Estos procesos pueden ser de índole tan
variada como una hepatitis (aguda o crónica) o los efectos tóxicos del alcohol
o de ciertos fármacos.
La fosfatasa
alcalina es otra enzima que está presente en el hígado, además de estarlo en
otras zonas como el hueso, y su valor oscila entre 40 y 129 U/L. Suele elevarse
en problemas de obstrucción de las vías biliares y en algunas alteraciones del
hueso, como en la fase de consolidación de una fractura o en infiltraciones
tumorales. A menudo, los niños tienen cifras altas de fosfatasa alcalina
durante la etapa de crecimiento.
Los niveles
de fosfatasas alcalinas y bilirrubina (0,2 mg/dL y 1 mg/dL) también son
indicadores de la salud del hígado. La bilirrubina se forma al destruir la
hemoglobina y la capta el hígado, que la elimina por la bilis. Cuando este no
es capaz de metabolizarla correctamente (como ocurre en diversas hepatopatías)
o cuando hay algún problema en la excreción de la bilis (como piedras en la
vesícula), se detectan niveles elevados de bilirrubina. Si son importantes,
ocurre un tinte amarillento de la piel, muy característico, que se conoce como
ictericia.
Estudio del metabolismo: la glucosa y el
colesterol
Antes de un
análisis de sangre, se recomienda no realizar ejercicio intenso, no fumar y
evitar una cena copiosa
La glucosa
es un azúcar (hidrato de carbono) considerado como la principal fuente de
energía para las células. Sus niveles varían durante el día y son máximos en
las 2 horas que siguen a la ingesta y mínimos tras ayunos prolongados. Los
niveles normales oscilan entre 70 milígramos por decilitro de sangre (mg/dL) y
110 mg/dL. El diagnóstico de diabetes se establece cuando hay dos
determinaciones en ayunas por encima de 126 mg/dL o una por encima de 200
mg/dL, aunque sea después de una comida.
En el caso
de que los valores de glucemia estén por encima de 100mg/dL, pero por debajo de
126mg/dL, se habla de intolerancia a la glucosa, que puede indicar un estado
previo de diabetes. En estos casos, se recomienda hacer un estudio de
sobrecarga de glucosa: consiste en administrar un preparado con 75 gr de
glucosa y determinar la glucemia a las 2 horas. Si se obtienen valores entre
140 y 199, se establece también el diagnóstico de diabetes.
Para el estudio
de las grasas o lípidos, las analíticas determinan los valores del colesterol y
los triglicéridos. Del colesterol se estudian sus niveles totales y algunas de
sus fracciones, que se conocen como colesterol "bueno" (HDL) y
colesterol "malo" (LDL). El colesterol es un elemento imprescindible
para la vida, ya que es el precursor de algunas hormonas y de los ácidos
biliares. Dado que es una sustancia grasa, no es soluble en el agua de la
sangre y necesita una lipoproteína que la transporte. Las lipoproteínas más
conocidas son la LDL y la HDL. La LDL es la responsable del transporte del
colesterol a los tejidos, por lo que si es elevada, contribuye a que se
deposite mas colesterol en las paredes de las arterias. Por el contrario, la
HDL retira el colesterol de los tejidos y, por ese motivo, se conoce de manera
popular como colesterol "bueno".
La
interpretación de los resultados que figuran en la analítica puede dar lugar a
confusiones ya que, al contrario de lo que ocurre con la glucemia, no hay unos
valores de "normalidad" que se acepten para todo el mundo, sino que
están en función de cada persona y dependen de su riesgo cardiovascular. Esto
significa que no se recomiendan los mismos niveles de colesterol a una persona
que haya padecido un infarto que a otra joven, sana y no fumadora.
Como
orientación, las personas que hayan padecido un problema cardiovascular
(infarto, accidente vascular cerebral...) deben mantener el colesterol total
por debajo de 200 mg/dl y la fracción LDL, entre 70-100 mg/dl (o 2,58 mmol/l).
Por el contrario, si el riesgo cardiovascular es bajo, es suficiente que se
mantengan niveles de LDL por debajo de 130 mg/dl. Los triglicéridos
corresponden a la grasa que ingerimos con la dieta. Aumentan con las dietas
ricas en grasas y en personas con sobrepeso o con ingesta alcohólica
importante. Se recomiendan valores por debajo de 150 mg/dL.
PREPARARSE PARA UNA ANALÍTICA DE SANGRE
1.
Es aconsejable retrasar la
analítica al menos tres semanas, si se ha padecido alguna enfermedad leve o
cambios en la dieta (vacaciones, navidad...), o tres meses, en caso de cirugía
o enfermedad grave.
2.
Mantener la dieta, estilo de
vida y peso habitual en las dos semanas previas a la extracción.
3.
Si el motivo de la analítica es
el estudio de colesterol y triglicéridos, es mejor realizar la extracción tras
12-14 horas de ayuno. También es una buena idea evitar una cena copiosa o rica
en grasas la noche anterior.
4.
Evitar la realización de
ejercicio físico intenso en las 24 horas previas a la extracción.
5.
No fumar en las tres horas
anteriores.
6.
Para los análisis de orina, no
se necesita preparación especial. La muestra idónea es la primera orina de la
mañana porque representa la de toda la noche (10-12 horas) y es más probable
que revele alteraciones.
7.
Antes de recoger la muestra de
orina, se recomienda lavar y secar los genitales para garantizar la ausencia de
microorganismos que puedan contaminarla. Por el mismo motivo, debe desecharse
la primera orina y recoger a partir de la mitad del chorro miccional.
8.
En caso de que la muestra de
orina o de heces se recoja en casa, es mejor conservarla en el frigorífico si
se demora su traslado al laboratorio.
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