viernes, 23 de diciembre de 2011


Atragantamiento por alimentos


Los alimentos, bien por sí solos o porque tienen algún componente extraño, son algunos de los productos más susceptibles de provocar atragantamiento

El atragantamiento es una obstrucción accidental, parcial o total, de la vía respiratoria por un cuerpo extraño, que provoca un cuadro repentino de asfixia. Si no se resuelve de forma rápida, origina una falta de oxígeno en los órganos, que causa primero el desmayo y más tarde una parada cardiorrespiratoria y la muerte.
Algunos de los alimentos que más se relacionan con episodios de atragantamiento son frutos secos, jamón, embutidos como chorizo o salchichón, sobre todo si tienen piel, lonchas de bacón, trozos grandes de carne, calamares, pulpo, quesitos, aceitunas, cerezas, huesos de frutas, palomitas de maíz, caramelos y chicles. También algunos alimentos en polvo como el cacao soluble pueden provocar cuadros de asfixia, si se inhalan por la boca, porque dificultan el flujo de aire.

Los niños pequeños no deben comer frutos secos porque no están capacitados para triturar de forma adecuada estos alimentos que, además, y por su riqueza en grasas, pueden alojarse en las vías aéreas, con riesgo de obstruirlas, e imposibilitar la entrada de aire a los pulmones. Este hecho provoca un episodio agudo de tos, que unas veces conduce a la muerte inmediata y otras a que el fruto seco se aspire al pulmón y cause neumonías recurrentes. Los frutos secos son la primera causa de atragantamiento infantil. Por su gravedad, debe tenerse muy presente el evitarlos en su alimentación.
Los niños pequeños también deben evitar algunos alimentos, como aceitunas con hueso, cerezas, chicles o caramelos, y consumir los de riesgo siempre en trozos muy pequeños y bajo la supervisión de un adulto. En esta población, una de las que mayor índice de atragantamientos registra, deben extremarse las precauciones:

·         Inspeccionar los alimentos: retirar espinas, huesos de pollo o nervios de la carne.
·         Partir en trozos muy pequeños acordes con la edad del niño.
·         Recrear un ambiente tranquilo, no dejar al niño saltar ni levantarse de la mesa.
·         Evitar que el niño se ría, hable o grite mientras come.
·         Aleccionar al pequeño sobre la importancia de masticar bien los alimentos, no solo como medida para evitar los atragantamientos, sino como primer mecanismo que facilitará la digestión.
·         No aprovechar nunca el llanto del bebé para introducir comida en su boca.
·         Los ancianos son otro de los grupos con un elevado riesgo de atragantamiento por alimentos. El hecho de tener su sistema muscular y sus reflejos debilitados agrava la situación. Además, y muy a menudo, son personas que viven solas, por lo que un episodio de este tipo puede resultar fatal. En caso de tener las funciones de masticación disminuidas, resulta preferible optar por una alimentación blanda o semilíquida.


Elementos extraños en los alimentos

En ocasiones, el origen del atragantamiento no es el propio alimento, sino que este es el vehículo de ingestión del elemento extraño en el organismo, al estar contaminado por un agente físico. Un cristal, un anillo, una tirita, un tornillo o astillas pueden ser fatales si llegan a tragarse. La contaminación de este tipo, a diferencia de otros contaminantes, se aprecia a simple vista. Sin embargo, no por ello deja de ser una contaminación alimentaria que pone en peligro la seguridad del consumidor y puede tener en ocasiones graves consecuencias. Se corresponde con la presencia de cualquier elemento diferente al alimento, que ha llegado hasta él de forma accidental. Además de atragantamientos, el vidrio o materiales metálicos pueden causar serias lesiones en boca o aparato digestivo.
El contaminante puede introducirse en origen por ser elementos procedentes del propio sistema de producción y empaquetado, como tornillos, pequeñas piezas de maquinaria, esquirlas metálicas, trozos de plástico o grapas. También puede ser el resultado de accidentes, como roturas de luminarias ocurridas durante esta fase o en la manipulación. El mantenimiento de equipos y herramientas durante todo el proceso de producción de alimentos, la protección de puntos de luz artificial y una adecuada actitud del manipulador, que evitará llevar anillos u otros adornos como pulseras, así como elementos ajenos a la labor de la cocina como lápices o gomas de borrar, es esencial para evitar contaminaciones de este tipo.
Los alimentos en barras y bufés están muy expuestos (si no se protegen) a la contaminación de cualquier naturaleza, incluida la física. Las vitrinas y expositores con tapa protegerán los pinchos o los alimentos de un bufé de contaminaciones accidentales y los preservarán de elementos extraños hasta el momento de consumirse.


Las etiquetas de la fruta

Un grupo de pediatras del País Vasco hizo una recomendación respecto a las etiquetas adhesivas de la fruta, según la cual, al llevar la fruta a casa, deberían retirarse para evitar que un niño pequeño pueda manipularlas. Se consideran objetos peligrosos por atragantamiento debido a sus características: son llamativas y se desprenden de forma fácil de la fruta, miden entre 1 y 3 cm y pesan poco, por lo que, si se tragan, pueden quedar retenidas en cualquier lugar de la faringe, glotis, e incluso, pasar a la vía aérea. Además, según estos pediatras, no se degradan con los fluidos corporales, ya que están parafinadas o plastificadas y quedan adheridas a las mucosas. A esto habría que añadir que, en el caso de niños más mayores o adultos, pueden ingerirse en un descuido si se colocan en piezas de fruta que se consumen a mordiscos, como manzanas o peras.
Debido a los inconvenientes de estos pequeños distintivos, las etiquetas adhesivas utilizadas en la actualidad como distintivos de marca o calidad pueden llegar a desaparecer. Estropean la fruta y resultan poco higiénicas, ya que favorecen que se peguen en ellas otras sustancias durante su almacenamiento. Además, se desprenden y son fáciles de falsificar. Como alternativa, un grupo de investigadores del Servicio de Investigación Agrícola de Estados Unidos (ARS) y de la Universidad de Florida proponen un tatuaje permanente realizado con un rayo láser, que graba información en las células exteriores de la piel de la fruta e identifica cada pieza sin alterarla.


ATRAGANTAMIENTO

El sistema respiratorio y el digestivo comparten algunos de sus órganos, por lo que un alimento que se atasque y los obstruya impide que el aire fluya. El conducto que forman la boca y la faringe se usa tanto para comer y beber como para respirar, pero cuando se avanza en el conducto, se realiza una cosa u otra, en función de que lleguen a este nivel alimentos o aire. Solo los niños lactantes son capaces de hacer ambas cosas a la vez y, por este motivo, pueden mamar sin parar de respirar. La vía normal de los alimentos cuando se tragan es atravesar después el esófago hacia el estómago. En ocasiones, sin embargo, si la pieza de alimento es demasiado grande, al intentar deglutirla, no puede introducirse por la entrada del esófago y se queda en la parte inferior de la garganta (faringo-laringe).
Cuando un trozo de alimento queda atascado en la zona faringo-laringe, lugar de paso común para aire y alimentos, se registra una situación de alarma para el organismo, que intenta evitar a toda costa que este cuerpo extraño pase a la tráquea, a través de la cual se inspira el aire a los pulmones. Entonces pone en funcionamiento mecanismos de defensa, como la tos.
La situación no es grave si el cuerpo extraño no tapona la tráquea y se queda en la parte superior del esófago, pero la cosa se complica cuando el alimento atascado se introduce en la tráquea o a un bronquio. Entonces, el flujo de aire se ve interrumpido, por lo que una rápida intervención puede evitar una caída de oxígeno en los órganos susceptible, si no se resuelve, de provocar la muerte. Si la obstrucción es completa, se impone realizar la maniobra de Heimlich:

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Comprimir con fuerza el estómago al objeto de provocar una espiración que expulse el cuerpo extraño. En caso de encontrarse solo, la propia persona puede autorrealizarse la compresión abdominal con ayuda de una silla, si se apoya con fuerza en ella a la altura de la boca del estómago. Esta maniobra ayuda a expulsar el objeto extraño al provocar la contracción del diafragma, que comprime bruscamente los pulmones, al igual que el tapón de una botella de plástico saltaría de su rosca si apretamos la botella con la suficiente fuerza.

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